Infierno bajo las aguas: un AAR de Silent Victory (I)

1ª Misión – Mar de China

Diario de bitácora del teniente comandante Leonid W. Torres-Williams – 15 de abril de 1942:

Hoy ha comenzado nuestro primera misión en el submarino USS Saint Quimpin. El objetivo asignado es patrullar el Mar de China y detectar cualquier barco enemigo que pueda amenazar nuestras operaciones en la zona. Mis nervios están a flor de piel, pero estoy decidido a hacer un buen trabajo y cumplir con mi deber.

18 de abril de 1942:

En el camino hacia nuestra zona asignada, hemos tenido dos encuentros con barcos enemigos escoltados. En el primero, logramos hundir un carguero de 2000 toneladas sin que la escolta lo detectara. Fue una operación limpia y exitosa. En el segundo, sin embargo, las cosas se complicaron. A pesar de que hundimos un carguero de casi 5000 toneladas, la escolta nos descubrió y nos causó graves daños en nuestros sistemas de radares y motores eléctricos y diésel.

25 de abril de 1942:

Después del segundo encuentro, el resto de la patrulla ha sido tranquila. Apenas hemos visto algún avión enemigo en el Mar de China, y ellos no han podido detectarnos. Me preocupa que el daño en nuestro submarino pueda ser utilizado en nuestra contra si nos encontramos con algún barco enemigo. Pero por ahora, todo parece estar bajo control.

1 de junio de 1942:

Finalmente hemos regresado al puerto de Pearl Harbor después de dos meses de patrulla. Ha sido un viaje difícil, pero hemos cumplido con nuestra misión. Los servicios de inteligencia nos dijeron que los cargueros que hundimos eran el Kochi Maru y el Kenza Maru, con un tonelaje total aproximado de casi ocho mil toneladas. Por desgracia, el submarino necesita dos meses más de reparaciones completas antes de volver a estar en plena forma. Es un recordatorio de lo frágiles que somos, incluso con la mejor tecnología y entrenamiento a nuestro alcance. Concluyo mi primer diario de bitácora con una sensación de logro, pero también con la conciencia de que el peligro siempre acecha. Debo estar preparado para cualquier cosa en futuras misiones.

2ª Misión – Islas Marianas

Diario de bitácora del teniente comandante Leonid W. Torres-Williams – Septiembre de 1942:

Esta es mi segunda misión al mando del submarino USS Saint Quimpin. Tras tres meses de puesta a punto, nos han asignado una patrulla de dos meses en la zona de las Islas Marianas. A diferencia de la primera, esta vez me siento más confiado y preparado para enfrentar los desafíos que puedan presentarse.

Durante el tránsito hacia nuestro destino, avistamos un convoy y decidimos atacar a uno de los tres cargueros pequeños que lo componían. A pesar de nuestros esfuerzos por seguirlo, finalmente lo perdimos de vista. Aunque fue una oportunidad perdida, seguimos navegando con la esperanza de encontrar nuevos objetivos.

El Taian Maru, un carguero de 3200 toneladas.

En la zona de las Marianas, nos encontramos con bastante tráfico comercial. Avistamos un carguero pequeño escoltado, probablemente el Taian Maru. Decido esperar a la noche para atacarlo, pero lo perdimos de vista y no pudimos darle alcance. Continuamos navegando en busca de nuevos objetivos.

Días después, nos topamos con otro carguero escoltado, el Oyama Maru. Decidimos atacarlo de inmediato y lo hundimos con éxito, evitando la escolta. Este fue un gran logro para nosotros y nos animó a seguir adelante.

Una semana después, nos encontramos con dos cargueros más con escolta. El lugarteniente decidió concentrar el fuego en el más pesado de ellos, el Bizen Maru. Con un solo misil, logramos hundirlo y escapar rápidamente, aunque desperdiciamos tres misiles en el proceso. Días después la situación se repitió y avistamos el que leímos que era el Taisoku Maru, otro carguero pequeño que hundimos rápidamente. Pese a esperar a que fuera de noche para disparar desde la superficie, la escolta logró localizarnos y sufrimos varios impactos que dañaron las aletas de inmersión, el motor diésel y el radar. Gracias a la pericia de la tripulación les dimos esquinazo. En la siguiente semana mantuvimos un perfil bajo a la espera de hacer todas las reparaciones posibles. A pocos días del final de la patrulla, dimos con un barco de guerra. ¡El Destructor Fubuki! No muy grande (unas dos mil toneladas), pero víctima propicia para nuestro final de patrulla. Seguimos al destructor y su escolta hasta que fue de noche. Tuve un presentimiento de victoria rápida y di la orden de disparar a corto alcance. Usamos los últimos torpedos que nos quedaban, pero lo hundimos al segundo de ellos. No obstante, la maniobra cercana pasó factura. La escolta nos localizó y empezó a atacarnos. Pedí inmersión de emergencia a riesgo de dañar el casco. Recibimos varios impactos, y pese a seguir sumergiéndonos, quedaron dañados los hidrófonos, el motor eléctrico, y tuvimos varias inundaciones, amén del ejecutivo de abordo, que recibió una pequeña herida de poca gravedad. El casco, eso sí, se llevó la peor parte debido al esfuerzo de forzar la inmersión.

El DD Fubuki.

Finalmente, regresamos a puerto después de dos meses de patrulla con el submarino en buenas condiciones. Hemos hundido un total de 13100 toneladas de barcos enemigos, lo que es un gran éxito para nosotros, a pesar de que los daños dejarán al Saint Quimpin por lo menos hasta diciembre. Estoy ansioso por ver lo que el futuro nos depara en nuestras próximas misiones.

Durante el tránsito hacia nuestro destino, la travesía ha sido sorprendentemente tranquila. No hemos avistado ningún barco enemigo en nuestro camino. Aunque la falta de acción puede resultar frustrante, también nos permite prepararnos mentalmente para los desafíos que nos esperan en las aguas japonesas.

Ya cercanos a nuestro destino, avistamos un barco de guerra, el DD Akigumo, junto a su escolta. Aprovechamos la oportunidad y le lanzamos un impacto certero, pero desafortunadamente el barco logró escapar. Esta frustrante experiencia nos recuerda lo elusivos que pueden ser nuestros objetivos y nos impulsa a mantenernos alerta en todo momento.

El destructor japonés Akigumo escapó de nuestras garras.

25 de enero de 1943:

Durante las semanas de patrulla, nos hemos enfrentado a la decepción continua de no encontrar ninguna presa. A pesar de nuestros esfuerzos y de la dedicación de la tripulación, los barcos enemigos parecen evadirnos en cada encuentro. Ya al final de la misión, avistamos el DD Hayanomi, otro barco de guerra. Hicimos todo lo posible para hundirlo, pero nuestras acciones resultaron infructuosas y el destructor escapó de nuestras garras.

Febrero de 1943:

Regresamos al puerto con una sensación de desánimo. El submarino ha vuelto en buen estado, pero la patrulla ha sido un completo fracaso. No hemos conseguido hundir ningún barco enemigo, lo cual sé que no será bien recibido por la Comandancia. Tendré que enfrentar las consecuencias de esta actuación en mi próximo encuentro con los superiores.

A pesar de este revés, mantengo la esperanza y el compromiso de continuar luchando por nuestra causa. El mar sigue siendo un campo de batalla impredecible, pero debemos perseverar y aprender de cada experiencia, incluso de las más difíciles.

[Segunda parte] [Tercera parte]

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· La Segunda Guerra Mundial en el mar, de Craig L. Symonds (Esfera, 2019).

· La guerra submarina en el pacífico, 1941-1945, de Alejandro Vilches Alarcón (HRM, 2020).

· Así fue la guerra submarina, de Harald Busch (Juventud, 1989).

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